“Los actores no saben guardar secretos, lo cuentan todo”
("Hamlet", W. Shakespeare)
“Un hombre sin palabra es un hombre invisible”
("El Hombre Mediocre", J. Ingenieros)
Puedo sentir como he ido diluyendo la subestimación de mi propio “yo” y de los demás. Uta Hagen me ha dado luz para no saberme extranjera de mi misma, que todo lo que está antes o después de mi es información valiosa que teje las arterias de mi palabra. Sé que para darle más veracidad a mi trabajo actoral debo asumirme de una manera más profunda, dejar de hospedar una arrogancia vestida de humildad: hacerme la que no sé qué me gusta y qué no, quién soy.
Por otra parte me llevo la importancia de asumir sin vergüenza, el poder que se puede llegar a tener en el escenario cuando el actor se permite mostrar las entrañas y poner al alma táctil.
Ahora resuenan en mi, palabras de una amiga “lo que más nos desagrada del otro es lo que más detestamos de nosotros mismos, fíjate, siempre estamos proyectándonos en los demás”. De esta manera me llevo la consciencia de abrazar a cada personaje que llegue a mí, defenderlo como cría de mi proyección, no juzgarlo, creer en él…
Fernanda Godoy.
Agosto 2012
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